miércoles, 11 de agosto de 2010

Columna de Javier Alarcón en Cancha 10 agosto 2010

Todos abiertos al cambio
Javier Alarcón | 10-Ago-2010





Quiero hablar de lo que no se habla.

Medidas para que cada uno desde nuestro rol pueda aportar algo para el cambio cuando se acerca a una cancha deportiva, amateur o profesional.

Directivos que se apropien de un equipo porque están preparados y no sólo por lo que implica socialmente el dejarse seducir por el poder natural de "ser dueño de esa fidelidad".

Jugadores jóvenes o experimentados, mejor comidos, más educados y queridos, que se paren en una cancha con la humildad de quien sabe que el deporte por sí mismo genera nobleza en cada participante.

Árbitros huéfanos del poder que hace vil cualquier propósito por ser equitativo, misión esencial de quien dirige una batalla deportiva.

Relatores y cronistas, municipales o nacionales más preparados y ecuánimes.

Listos para aplicar el sentido común antes de cualquier dejo de exagerada sabiduría desde la comodidad de la lidia "a toro pasado".

Público más enterado y comportado.

Entrenadores dispuestos a capacitarse fuera de México. Que sean respetuosos y comprometidos y menos saltarines. Que se renueve la muy usada baraja de entrenadores.

Va de arriba.

Dirigentes que entiendan más del juego aunque tengan cargadas las cuentas de ceros, que sepan delegar en los que saben y respeten sin titubear cada proceso que sea sustentado por la planeación.

Jugadores que no protesten, que se eduquen y hablen inglés. Que sus familias se preocupen por acompañar su desarrollo deportivo con niveles máximos de educación.

Árbitros dispuestos a dejar el ego en casa, con vocación de servicio y sacrificio. Conocedores de las sensaciones del jugador y aptos para aceptar la crítica.

Comentaristas que se detengan menos en la repetición para enjuiciar, más sensibles y menos sabios. Más estudiosos y ecuánimes.

Técnicos que expliquen conceptos, que argumenten y estén más abiertos a los cuestionamientos. Menos resultadistas y más defensores de una esencia congruente.

Y público capaz de distinguir entre la pasión y la razón, entre lo que sienten y piensan a golpe de vista y lo que puede cambiar con las evidencias.

 
jalarcon@reforma.com