martes, 4 de diciembre de 2012

El primer día de Peña Nieto; LA PRIMERA REPRESIÓN



El 1 de Diciembre era una fecha marcada para muchos. Unos estaban con la expectativa del regreso del PRI, otros se despedían cada 5 minutos y los últimos estaban muy encabronados por "la elección arrebatada" con despensas.

Así qué estos 3 grupos se dieron cita en el recinto de San Lázaro donde Felipe de Jesús Calderón Hinojosa le daría el poder a Enrique Peña. Nieto.

Afuera, los encabronados y los granaderos se enfrascaron en una batalla donde los primeros aventaban rocas y bombas Molotov, mientras que los segundos contestaban con granadas de gas lacrimógeno y balas de goma.

Adentro del recinto legislativo la realidad era mucho más cómoda. Los periodistas estaban más preocupados por su apariencia y sus egos que por la información. Parecía que lo más importante era ver quien saludaba a más compañeros y quien se daba a notar. 

A los pocos minutos salió el ala de "izquierda" a tratar de robar micrófono. El ahora "Senador Demócrata" Manuel Bartlett aseguraba que esto era na consecuencia del robo de otros a Andrés Manuel López Obrador y que por eso la gente estaba enojada.

Ricardo Monreal, luciendo impecable, detalló los eventos que estaban sucediendo afuera de San Lázaro: "repudiamos la violencia pero también hay un hombre herido de bala allá afuera. No pueden tratar así a los jóvenes de este país".

Alejandro Encinas remató diciendo que era muy peligroso que el ahora secretario de gobernación, Miguel Osorio Chong, tuviera el control de la policía ya que se tendría el peligro de tener una policía política. 

Miguel Osorio Chong fue porro y tal vez por eso sabe como controlar (a favor y en contra) a los grupos de choque. Así qué la Policía Federal se fue contra todos lesionando a vaios manifestantes. Uno perdería n ojo horas más tarde en un hospital; otro, un dramaturgo y director de teatro de nombre Juan Francisco Kuykendall se debate entre la vida y la muerte a causa de un golpe en el cráneo causado por una granada.

El primer enfrentamiento del Gobierno de Enrique Peña Nieto llegó unos minutos después de tomar protesta a su equipo de seguridad encabezado por Miguel Osorio Chong.

Los diputados dieron sus posicionamientos, mientras que los gobernadores y demás invitados llenaban los palcos.

Por fin salió la comisión de diputados que estaban más emocionados que una adolescente al momento de perder su virginidad. Felipe Calderón bajó de su camioneta, saludó a las comisiones, se dio una vuelta por la explanada del Congreso, posó para los fotógrafos, y le dieron una breve explicación del escudo que se encuentra en la fachada. Felipe no quería entregar la banda.

Minutos después llegó Enrique Peña Nieto. Bajó de su camioneta y se apresuró a entrar. Al priísta le urgía tomar protesta como Presidente de México. Saludó a la bandera, hizo el rito yorkista para ser presidente, cantó el himno, se despidió de la bandera y se fue. Aunque el primero en salir fue El Niño Verde.

Los invitados salieron lejos de la prensa y abordaron camionetas que los llevarían a Palacio Nacional por el costado donde no había manifestantes.

Afuera seguían los chingadazos y al terminar el acto los discípulos de Mondragón salieron de las vayas y acorralaron a los alborotadores.  En la calle se veían los restos de la batalla: piedras, granadas, fuego vallas rotas y hasta un camión de volteo contra el cerco adornaban la escena.

Los manifestantes en su mayoría eran jóvenes menores de 21 años con ganas de romper madres. La policía quería darle sus madrazos, pero como habían cámaras no podían hacer nada. La racionalidad no quedaba aquí.

La Policía Federal le partió la cara a un joven de 18 o 20 años demostrando que los Derechos Humanos de los que había hablado Peña Nieto minutos atrás eran una mera justificación para tratar de limpiar los abusos de Atenco, pero que en la práctica ni él, ni Osorio y mucho menos Mondragón pondrían en práctica.
Después de unos minutos se escuchó una voz "vámonos para el Zócalo, allá se armaron los putazos". Se subieron al metro y desaparecieron.

En el vagón me encontré a "El Maik" que se decía ser estudiante de la Prepa 2 pero nunca se identificó como #YoSoy132. Mientras el y su compañeros se quitaban las playeras para mostrar los moretones que les habien causado al menos una docena de balas de pintura.

"Come mandarinas. Con esto se te quita el gas pimienta" me aconsejó.

Al preguntarle por qué hacían eso su respuesta fue sencilla: por que compraron la elección.

Se bajaron en el metro Pino Suárez. Seguían muy encabronados.

Mientras tanto, los adeptos a López Obrador estaban en avenida Juárez pasando lista para regresar a sus pueblos de origen (Oaxaca, Puebla e Hidalgo son los que pude ver). Pero en Bellas Artes  ya estaba el desmadre a todo lo que da. Un grupo nutrido de porros comenzaron a destruir los comercios que están alrededor de la nueva Alameda.

La Policía del DF (que no traía armas, ni balas de goma, ni gas lacrimógeno) hizo una tarea de contener, pero la masa estaba enardecida y sólo se dedicó a destruir.

Ahí, algunos que quedaban del mitin de López Obrador trataron de contener a "los chavos" con gritos: "bájenle que violencia genera violencia" o "así no se arreglan las cosas".

Pero una muchedumbre no es racional y destruyeron cuanta cosa se les puso enfrente. La policía los seguía a unos 40 metros de distancia. El grupo de porros se dividió a la altura de la calle Madrid y unos se fueron al Monumento a la Revolución y otros siguieron por Insurgentes.

Ahí la policía del DF se hartó y comenzó a detener a algunos cabecillas de los desmanes pero a muchos que sólo estaban ahí sin hacer destrozos.

En la noche el jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, dijo que era un grupo de anarquistas que sólo fueron a destruir a la Ciudad y que habían dañado los comercios y el Hemiciclo a Juárez. Más tarde twitearía: ya está limpio mi Hemiciclo.

Hoy, la gente de izquierda pide que se criminalice a Ebrad por haber detenido a algunos ciudadanos (a los cuales a algunos se les violaron sus derechos); la gente pide justicia por los comercios destruidos; otros culpan a AMLO, mientras que los adeptos dicen que fueron porros del PRI.

Los columnistas sacan sus teorías de lo que pasó en San Lázaro y en Reforma. Acusan, piden justicia, se desgarran las vestiduras, analizan el caso con actos pasados pero la realidad es que nadie estuvo ahí.

Todos se equivocaron: los manifestantes, el grupo de choque, la Policía Federal, los periodistas del Congreso que ni se asomaron a ver que pasaba afuera, la Policía del DF, los vándalos, Marcelo Ebrard, los columnistas... ¡Todos!

 ¿Por qué pasó todo esto? El único que tiene la razón es "El Maik": por comprar la elección. Mientras tanto el gobierno de Enrique Peña Nieto empezó reprimiendo a las personas que se oponen a su ideología. Comenzó el regreso del PRI.





lunes, 3 de diciembre de 2012

El Condor ha muerto: Miguel Calero

Los Tuzos del Pachuca perdían por goleada ante Chivas en el medio tiempo. El joven portero Cota tenía responsabilidad en dos goles. El estadio parecía un panteón.

La Barra Ultratuza gritaba para motivar a la gente sin causar más que lástima.

El líder de la barra volteó y a una señal se callaron. Las palmas empezaron a juntar y con un tono reverencial cambiaron las arenas por un himno solemne.

Los miembros de la porra votaron al palco de la esquina. Un hombre salió de las penumbras y levantó los brazos en un gesto mosaico.

Miguel Calero escuchó cómo su rebaño le aventaba con voz suave, a recuperarse de una trombosis venosa en el hombro izquierdo: "Venga Calero".

Los Tuzos perdieron por 4 goles y el Pachuca junto con Calero nunca pudieron recuperarse para ser lo que solían ser torneos atrás.

Hoy el Condor ha muerto, pero siempre estará su silueta saliendo de la oscuridad del palco para alentar al Pachuca.

El Condor ahora vuela más alto: en el cielo.